jueves, 22 de octubre de 2009

No puede haber una segunda PRIMERA VEZ, pero en este caso sí... porque es otra PRIMERA VEZ...

Este artículo también ha migrado desde otro blog y fue escrito en octubre de 2009.


No puede haber una segunda PRIMERA VEZ, pero en este caso sí... porque es otra PRIMERA VEZ...
Fuente FlickrNo había impartido clases formales en mi vida; alguna clase particular en mis años de adolescencia a algún vecino para ganarme un dinerillo, algún entrenamiento a empleados sobre el funcionamiento a nivel de usuario de SAP en el departamento de planificación de inventarios en Suiza, algunas presentaciones a la fuerza de ventas o a clientes. Así que llegado el momento de enfrentarme a LA PRIMERA VEZ que di clase, me encontré con la terrible sensación de no saber ni cómo empezar.
Porque ¿CÓMO tiene que ser un profesor? ¿alguien distante poco dado a las confianzas con sus alumnos que enumera conceptos?. Eso no iba conmigo. Me cuesta representar un papel, y fingir una pose durante todo un curso se me hacía difícil. Así que opté por la naturalidad y la cercanía, manteniendo siempre el respeto. Eso siempre me ha funcionado salvo en dos tipos de alumno:
  • El pelota, el que cree que te "ha ganado" y que has caído en sus redes. Sin ser capaz de darse cuenta que esa accesibilidad no es sólo para él (uso el masculino, porque creo que el prototipo de pelota es la mayoría de las veces y según mi experiencia, hombre) y que el día que descubre -cuando ve una baja calificación- que no ha funcionado, se indigna y te planta cara.
  • El rebelde o niño difícil, que en mi caso fue con las niñas de Garantía Social. Esa proximidad les hacía verte como una igual y perdían el poco respeto que en general tenían a los adultos. Tenían problemas para mantener viva la línea que separa al profesor del colega.
Así que aquella PRIMERA VEZ, tome la decisión de ser yo misma. Y surgió la segunda duda, ¿CÓMO? ¿cómo dar las clases para no aburrirme yo y no aburrirles a ellos? ¿cómo engancharles? Y ahí sigo. Tratando de dar respuesta a esa pregunta día a día y, espero que por el buen camino.
Siempre he creído que para aprender hay que "tocar", experimentar lo que te cuentan. Que no es lo mismo practicarlo, equivocarte y reparar el error; que estudiar y memorizar un abanico de posibles situaciones y soluciones. Pero mis temarios, los módulos que puedo impartir en los ciclos de Comercio son en la mayoría de las ocasiones muy teóricos. Así que para mí no había nada más frustrante que enfrentarme a un módulo de Marketing en el Punto de Venta, con un libro y una pizarra tradicional.

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